Ha pasado un poco más de dos meses desde que las primeras oficinas cerraran en el Reino Unido debido al coronavirus y para muchos el encierro ya ha sido suficiente. Pero para otros el cierre de oficinas ha sido una bendición.

Solo bastó con que dos trabajadores de compañías diferentes presentaran síntomas asociados al Covid-19 para que sus respectivas empresas ordenaran a sus cientos de trabajadores a teletrabajar.

Primero fue una petrolera americana ubicada en Canary Wharf y la otra una agencia de comunicación del West End de Londres. Unos días después, cuando todavía parecía increíble creer lo que pasaba, ya era todo el país el que cerraba.

Pero si los oficinistas esperaban regresar pronto a la “antigua normalidad”, el anuncio del primer ministro Boris Johnson esta semana, tras superar él mismo el Covid-19, ha terminado por enterrar sus esperanzas.

Así que mientras algunas empresas y negocios empezarán pronto a abrir con ciertas restricciones, las oficinas seguirán cerradas por muchos meses más, según un artículo reciente de Financial Times.

Desde que cerraron, Londres sin el bullicio de su gente y sus oficinas es un lugar irreconocible. Para algunos positivamente increíble.

La ciudad luce desolada, vacía y ahora son más bien los ratones los que se pasean sin miedo y con rapidez por algunos de los andenes del Tube al no sentir más el peligro de ser pisoteados por pasajeros que antes viajaban con cascos Bose y café caliente en vasos de cartón, por cierto muy exagerados en tamaño, mientras se dirigían al trabajo.

Pues ahora el trabajo, en la mayoría de los casos, se hace desde casa. Y ahora eso cómo rayos se hace se preguntaban muchos oficinistas aquí, una pregunta que tuvieron que respondérselas por sí solos.

Mientras los diarios británicos estaban concentrados en narrar cómo un país entero se quedaba sin papel higiénico, muchas portadas pasaban por alto informar la demanda de dispositivos electrónicos, sillas ergonómicas y ordenadores con pantallas grandes.

La idea era convertir la sala o, en el peor de los casos, la habitación en una oficina improvisada para trabajar y para poder dejar una buena impresión del hogar en Zoom, la aplicación de las video conferencias.

Tan solo en la última semana de marzo, según un artículo de la revista dominical de The Sunday Times, la aplicación tuvo más de sesenta millones de descargas.

El problema es que muchos no tenían idea de qué era Zoom ni cómo se usaba, pero cinco semanas después esta ya ha dejado de ser solo la app de trabajo y se ha convertido también en el único medio para socializar y tratar de retratar la vida tal y cómo era antes del aislamiento.

Bien que mal parece que el experimento está funcionando y hay quienes desean nunca más regresar al estilo de vida y trabajo ajetreado que imponía el ir a una oficina.

Los pasatiempos más comunes de los británicos que solían llevarse a cabo en los pubs, cafés y gimnasios se han trasladado a Zoom, así que es parte del new normal ahora encontrarse ahí para hacer el pub quiz, karaoke, jugar a quién quiere ser millonario, tener una fiesta digital, jugar charadas, y hasta hacer sesiones de yoga todo de manera virtual para mantener el buen ánimo y no perder esas conversaciones británicas llenas de witty banter, es decir, nada serias, nada abstractas y más bien llenas de broma y mucho humor.

Para muchos al principio el teletrabajo fue un viaje desconocido, pero tan solo unas semanas después, aunque es cierto que parecen más, varios se han acostumbrado a trabajar desde casa. En muchos casos, la productividad ha sido mejor de lo que se esperaba.

Por eso, no sorprende que muchos se hayan empezado a cuestionar su estilo de vida anterior y se pregunten: ¿Por qué tendríamos que regresar a la oficina cuando eso implica perder dos horas diarias viajando al trabajo en trenes viejos y sucios que para remate son caros cuando después de cinco semanas está claro que muchos trabajos se pueden hacer desde casa?

¿Por qué tendríamos que regresar a las oficinas cuando nos podríamos ahorrar el alquiler teniendo una buena conexión a internet en casa?

Son preguntas muy lógicas y es muy probable que cuando se ponga fin de manera total al aislamiento, las reglas de trabajo sean otras y que veamos menos oficinas.

Ya existía la tecnología para hacer que el trabajo remoto sea posible y parece ser que el coronavirus ha sido la última estocada para los reacios de ver cómo la oficina se ha convertido de la noche a la mañana en una pantalla.

De momento mientras muchos trabajos siguen cerrados los ratones londinenses se pasean con total libertad.

Frank Pachas
Corresponsal de VDOL en Reino Unido. Soy traductor y periodista. Vivo en Londres donde practico el arte de buscar y contar buenas historias. Es lo más complicado del mundo y tan efímero como la vida misma.

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