Estaba a punto de coronar el puerto más duro de mis recorridos habituales por tierras de Ciudad Rodrigo, cuando sonó el teléfono, sorpresa porque no suele sonar cuando pedaleo, eran mis compañeras del colegio para proponerme una actividad con sus alumnos.

Difícil decir no, aunque el reto tenía su miga, casi tanta como las rampas que llevan del pantano a Pastores. Sentí una profunda satisfacción por partida doble, en primer lugar que se acuerden de ti una vez jubilado para volver al colegio y por otra que fuesen las compañeras de infantil, sabiendo que no tenía ninguna experiencia para trabajar con niños pequeños.

Bonita iniciativa la del colegio, que nos dieron la oportunidad a los jubilados de participar de forma activa realizando actividades con los niños. Este curso están trabajando la luna, ese satélite que tanto juego da en la escuela, por lo que globalizar en torno a ella es toda una aventura. Defensor a ultranza de globalizar en educación, especialmente en infantil y primaria, pues ellos no consiguen abstraerse para parcelar la realidad, me ilusioné desde el primer momento.

Por tanto, me gustaba el reto y mira por cuanto volvería a vestirme de astronauta y volver a volar, mi gran pasión, aunque fuese con la imaginación. Con ayuda de Pepi, con más experiencia que yo en niños pequeños, preparé mi intervención en la que iba incluido el cuento ¿A qué sabe la luna? y el equipaje para enfrentarme al futuro, representado en este caso, por niños de 4 y 5 años, que me recibieron con unos ojos enormemente abiertos esperando recibir mi mensaje. Sorprender, qué verbo tan bonito para conjugarlo en el camino del aprendizaje. Hay ahora tantos estímulos de todo tipo alrededor de los niños, que cada día es más difícil sorprenderlos.

¡Cuántos, ojos, cuántas sonrisas, cuántas miradas! Dirigidas como un cohete hacia mí, vestido de astronauta, recién llegado del espacio para recordar a Neil Armgstrong en su 50 aniversario de su llegada a la luna. Una carga emocional importante, al ver tantos niños tan bien colocados, atentos, muy atentos.¡Qué buen trabajo hacen sus maestras! Y lo poco que a veces se valora, cuando ellas son las que siembran ilusiones. Niños que pertenecen a una sociedad diversa, de varias nacionalidades y razas , niños y niñas, cuyas familias tienen distintos intereses económicos, sociales, culturales, pero que la magia de la escuela pública, hace que estén todos juntos, mezclados, conviviendo contentos y felices.

Escribo esta pequeña reflexión, precisamente el sábado que es la jornada de reflexión, para mí jornada de silenciar a tanto vociferante que se han dedicado más a insultar que a  explicar propuestas, donde muy poco se ha hablado del futuro que le espera a estos niños. Dentro de 14 años, cuando puedan ya votar, ¿qué mundo le habremos dejado? De momento, la crispación, la falta de respeto, el insulto al adversario, es el menú diario, el menos adecuado, que nos han ofrecido unos políticos más teatrales que mi actuación ayer en el colegio.

Esta jornada de reflexión, tendría más sentido hacerla precisamente acerca de dónde estamos y hacia dónde queremos ir como personas responsables. Los niños que ahora no entienden de sexo, raza, status social  para compartir en la clase,  y después poco a poco van poniendo límites y barreras en sus amistades. ¿Qué ocurre en su camino vital?

Llevo estos años recorriendo pueblos donde los mayores son los dueños y señores de los pueblos, escuchando a la mayoría batallas de tiempos pasados regados con nostalgia, dejando muy poco espacio para el futuro. Es duro enfrentase a seguir viviendo, si ya no consigues tener alguna ilusión, soñar despierto, difícil cuando los pueblos se han quedado sin niños. Acribillado en el buen sentido de la palaba por decenas de ojos, enormes, redondos, de luna llena, pensé mucho en el futuro de esos niños que con toda una vida por delante, puedan desarrollar su proyecto de vida, sin ser manipulados, sin tener que marcharse en busca de trabajo si no quieren, sin tener que pilotar una nave espacial porque la tierra se la dejamos inhabitable.

Es la educación la mejor herramienta para evitar que eso ocurra, desde luego viendo a esos niños esa mañana, estaban en el buen camino, se notaba el trabajo de sus maestras. Qué espontaneidad la suya. “Astronauta tienes las mismas zapatillas que mi padre” ¿Conociste a la perra Laika? ¡Cómo llamaban a los animales que iban formando la columna para alcanzar la luna! Es importante que la escuela esté insertada en la vida, preparando para ella, trabajar por proyectos es uno de los caminos mejores para hacerlo

Regresé al espacio cargado de buenas sensaciones, quizás se me olvidó hacer bien la programación de la actividad, pero regresé feliz. Hace años el enunciado de un proyecto que hice decía:” El medio ambiente: aún estamos a tiempo, mañana… “ tuvo mucha repercusión en el mundo educativo. Desde la escuela, podemos dotar a los niños de herramientas para viajar al futuro en las mejores condiciones, trabajando en equipo como los animales que consiguieron alcanzar la luna, compartiendo, respetando la diversidad, viendo su lado positivo. Todos saldremos ganando. Gracias, Mercedes, Felicidad y Monse.

 

Antonio Castaño
Me encanta recorrer caminos con mi mochila a cuestas, me ilusiono con las cosas pequeñas, especialmente con la naturaleza, sin ella el caminar sería complicado. Me gusta compartir relatos, fotos, proyectos, reflexiones...

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