Victor J. Fry

Estoy mirando la imponente figura de Sky Bite balancearse al borde del escenario, mientras señala al publico lanzando su enésima arenga de la noche. El termino que acuñé hace años para el grupo, imaginería de ángeles caídos, me golpea de nuevo cuando veo la luz roja infierno que baña las tablas, en contraste con el blanco inmaculado que luce la banda. Es en mi opinión, errático sumergirse en la liturgia que exhiben sin prestar atención a todo lo que la envuelve por que, para bien o para mal, van de la mano. No hay otra manera. Ese es el camino a seguir con un combo que, simplemente, ha trascendido y superado el siempre duro comienzo (un servidor estaba allí en el alumbramiento y puede dar fe) y se ha labrado a base de trabajo firme y carretera una reputación (mas merecida y lograda que muchos nombres que vienen a la cabeza) de banda de culto si, pero también de ser poseedores de un directo arrollador y un cancionero (esa es la clave, amigos) espectacular. Hace muchos meses que, lo dije en su momento, miran por el retrovisor perderse a lo lejos a los que van detrás que, buenamente es cierto, hacen lo que pueden por seguir el ritmo que marcan esos discos que han cimentado y les han catapultado en estos años a lo más alto de un estilo que (Ay!, Toundra) se ha convertido en una pirueta inaudita en un espectáculo de masas.

Y si.

Sería un error negar la evidente importancia que el día contaba para la historia de la banda, llevaban varios años sin hacer salas en la ciudad actuando solo en festivales, con el ínclito “It” funcionando aunando a publico y critica como uno de los grandes lanzamientos de principios del año, y con una parte de la gira anunciada . Y ya desde que inician la noche con la procesión que les lleva al escenario, las claves que les han marcado se ponen a funcionar. Los temas más nuevos, hasta cuatro, se hermanan con las paradas en el material mas antiguo, fundiéndose en un set-list lleno de momentos intensos y muy brillantes, con una de las marcas de la casa más espectaculares, e incomodas todo es, que atesoran. Me refiero claro a esos silencios que cortan con cuchillo a un publico que no sabe muy bien a que atenerse con ellos. Las guitarras siderales de Wiesel Joe y Reverb Myles, venian con la formación de gala, esconden algunos de los mejores riffs para las nuevas canciones (“Love Youy Enemies…”) que han compuesto, y la base rítmica de demolición de Sky Bite y Reaper Model (me congratulo en el protagonismo que ha ganado, no le den vueltas, una institución en lo suyo) es inconmensurable (“El Que es Bueno…”). Navegan por un tiempo en escena que se antoja como siempre demasiado corto, viejos zorros saben bien tras de lo que andan, y nos obsequian con perlas escogidas de lo que se traen entre manos (“CRVCIS”) con autentica maestría, hacía solo unas semanas de mi ultima vez con el grupo y parecian otros. La parroquia que había congregado una entrada espectacular con ansias de volver a encontrarse con esas canciones ayuda con sudor y agradecimiento, incluido un consabido wall of death, en los estallidos tormentosos pero también en las partes mas calmadas, que espolean aún más lo de arriba (“From The…”) y en un ejercicio insolito para un servidor, no suelen jugar ahí, se pulen un bis y un agradecimiento mas allá de los habituales llamamientos de Sky Bite. Noche hiriente de una banda que está pidiendo ya a gritos el siguiente paso en una progresión logica: Europa.

 

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

Comentarios

Deje su respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Puede que te interese

Más en Crónicas