Crónicas

CRÓNICA | Bely Basarte en Salamanca

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No era el bolo ni mucho menos. Era el gesto, amigos.

La suspensión del paso por la ciudad de la protagonista cogió por desagradable sorpresa a casi todo el mundo que, con todo el papel vendido y las expectativas por las nubes, el día antes del evento encaraban la bofetada en la cara de la inaudita cancelación del asunto. Emplazada en los conciertos del Vibra by Mahou que, en una labor tan meritoria como difícil, This Is Moon Project está llevando a cabo acercando un buen montón de artistas y grupos emergentes, optó por una decisión complicada, y a lo mejor rayando un poco la irresponsabilidad es cierto y más con la que está cayendo, pero que le honra y le coloca como estrella grande.

Con las armas a su alcance, los stories de una cuenta que aglutina muchas K’s, anunció que venía y que lo haría en plena calle, a pelo ojo sin equipos ni mierdas, con su guitarra y su voz. Nada más. Ah, ya me disculparán pero que proeza. Y es que pocas veces podemos ya acercarnos a algo musical tan puro.

Que todo el lio se le podía haber ido de las manos, cualquiera lo ve. No quiero ni imaginar lo que hubiera pasado si se presentan allí, perfectamente posible a tenor de la cola que encaraba el meet&great final que tuvo que improvisar para agradecer a la gente que estuvieran allí, quinientas o mil personas. Y tampoco quiero pensar en la situación si la policía hubiera tenido que intervenir para disolver a la gente que, no se equivoquen, estaba allí por ella quitando a algunos turistas despistados que preguntaban quién era aquella chica. Pero que corriera el riesgo de afrontar las consecuencias, es para congratularse por su valor inapelable.

Y todo esto, no se lo pierdan porque este es el quid de la cuestión, por una idea. La de que la cultura y los conciertos si se hacen de forma ordenada y responsable, son seguros, y que debería servir de enésimo toque de atención a quien corresponda.

Sentada en un tajo prestado y con sus padres (encantadores y emocionados porque no era para menos) al lado, ejerciendo de improvisados road managers, hizo unas poquitas de canciones, moviéndose para que el personal pudiera oírla por encima del barullo de la calle, y nos dejó una estela tras de ella de artista importante en ciernes, que quiere a su publico y se funde con el. Lo de menos fue el, faltaría mas, obligatoriamente corto set-list. El problema fue el pesar que invadía pensando en lo que nos perdimos de haberla tenido en una sala con las condiciones adecuadas (y me consta que la organización lo peleó hasta el final). Esas mismas salas que agonizan por la falta de salidas y soluciones que no acaban de llegar y que ven como todos los ensayos y pruebas que se hacen parecen ir encaminados a (como muy bien apuntaba hace unos días el periodista Nando Cruz) salvar los grandes festivales sobre todo.

La próxima vez que venga la cola dará dos vueltas a la manzana. Ya lo verán. Grande.

Foto: Carlos Bartol

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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