Qué partido ni qué ostias, grita alguien en medio de la olla del escenario del patio chico que, cumpliendo un guión que estaba claro, fue el autentico perjudicado del día grande del festival. No sabría decirles quién fue el anónimo héroe, pero por Dios que alguien le de un óscar porque es más grande que el día de la madre. Y es que la tarde era de órdago, y no solo me refiero a pelear con el deporte, es que hasta las bodas (luego les hablaré de esto) se aliaron para molestar. Un servidor se enchufa cuando Coque Malla, abarrotando el escenario de Anaya, cumplía comparecencia a media tarde y a medio tiempo. Delicioso y asequible, encandiló recurriendo lo justo a la nostalgia Ronaldos y tributando a Los Piratas. Y oigan, uno que en su modestia ve unos ¿200? bolos al año, no había visto tanta seriedad por parte del publico en su vida. Es que hubo pasajes en que no se movía una mosca, ni cantar, ni bailar ni tan siquiera hablar. Increíble el respeto que emanó de una parroquia entregada al máximo. Al acabar, me marcho corriendo para no perderme nada del set de Mr. Patata en el Juan XXIII que, agárrense, con un casamiento al lado ponía una de las estampas del día en solfa. El hombre hizo un pase estratosférico y los invitados del asunto mezclados con la clientela del festi, ojo sin juntarse nunca, hacen que la instantánea sea mundial y me obliga a bajar con una sonrisa al vacío, esto es así amigos durante toda la tarde, escenario del Patio Chico. Foridablanca (que tuvieron que esperar a que acabara una, ejem, boda, para empezar ¿…?) serían los primeros damnificados de la falta de personal en ese espacio, y es una pena por que se pulieron una comparecencia magistral. Sus canciones frescas y agradables, y muy vendibles y radiables ya de paso, son para no parar de bailar y evocan calor y verano. Una pequeña parada en el escenario Ring para volver a constatar que Nice Price pueden con todo, de The Beatles a Louis Armstrong, y corriendo a unos de los momentos del día para el que suscribe.
Los Nastys aterrizaban, de nuevo con la parroquia bajo mínimos, para hacer un bolo espectacular que presenta candidatura a más importante del día. Los madrileños se salieron con su propuesta llena de garaje ruidoso e hipnótico. Para cuando subo de nuevo al pequeño escenario del Juan XXIII Estudio Disperso afrontan una sesión oscura y maravillosa, qué acierto este escenario amigos, y me preparo para acercarme a ver a Siniestro Total en el principal de Anaya. Ahorrémonos palabrería si les parece. Los de Vigo son viejos zorros y saben muy bien tras de lo que andan. Sudamos, cantamos y bailamos por que nos dieron lo que queríamos (tocaron todas esa que imaginan y más) y ya está. Sin aliento me enchufo a toda maquina al set más importante del día en el Juan XXIII. El gran Tony Sabandija consigue la sesión más concurrida del festival en este espacio y también la más alucinante. Le he visto muchas veces, en dj set o con Gatos Del Parbu, y simplemente es unos de los grandes. Impresionante es poco.
Y para echar el cierre a un día agotador el petardeo fantástico de Esteban y Manuel en el Ring. No les diré que no me lo pasé bien con los gallegos (les publican los de La Melona), pero reconozco que, simplemente, no es lo mío.
Hoy echamos el cierre y cuelgo las botas de comer chili por unos días.
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