Muy buenas de nuevo a un artículo de los míos, de esos en los que nada más ver el titular, te puedes esperar cualquier cosa. Esta vez, vuelvo a escribir en mi apartado personal en Visto De Otro Lado para contaros y narraros una vivencia personal.

Actualmente en este periodo de vacaciones académicas de Navidad, estoy haciendo por las mañanas voluntariado en uno de los campamentos de YMCA en Salamanca. Una colaboración que llevo realizando desde hace tiempo y que me he encontrado muchos muros que tirar y superar.  Hasta la fecha, los retos que se me habían presentado eran muy normales y concretos, «fáciles» de solucionar, pero en esta ocasión hay una fuerza mayor que me hace ser más constante, preciso y atento. Una de mis compañeras de trabajo, a la cuál le doy un gran saludo, es sorda de nacimiento. A partir de esta semana, me he dado cuenta de la gran dificultad que puede llegar a presentar esto. A esto me refiero de los pensamientos que tenemos la sociedad, con este tipo de situaciones. Pensamientos erróneos ya que no se asemejan con el día a día de estas personas que son magníficas, comprensibles y excepcionales a las que desde mi punto de vista personal, les debemos dar un fuerte aplauso por todas las barreras que deben superar. Con esta experiencia que nunca antes se me había presentado, he aprendido muchas cosas nuevas, haciéndome interesar más por esto.

Lo primero que he hecho es curiosear y saber como es de accesible la tecnología para ellos y a decir verdad, la tecnología está muy presente, pero sólo desde hace muy poco. Me ha encantado saber cómo es, por ejemplo, un despertador para las personas sordas, ya que por la mañana su habitación se convierte en un lugar lleno de luces para que se puedan despertar. También he comenzado a interesarme sobre la lengua de signos, la lógica y relación que tiene cada signo con su movimiento; por ello, en un futuro cercano más que lejano, me comprometo a aprender este tipo de lengua.

Es fantástico tener la oportunidad de comenzar a conocer estas situaciones y a estas personas. Por ello mi mayor aplauso agitando las manos en el aire.

 

Andrés Grande
Informando desde los 14 años. Entusiasta del periodismo, la fotografía y la buena música.

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