Miro a la protagonista de la noche avanzar con paso firme por el pasillo central del Liceo. Se la ve segura y decidida. Lleva muchos años esperando, mereciendo en realidad, esta noche. Podría decirles que el que suscribe ya lo dijo hace un montón de tiempo: el sitio, el imponente Teatro Liceo, era la progresión lógica de una artista que parece nacida para esos recintos (el Juan del Enzina ya lo vio). Ocho años y dos discos después, allí estaba. Y ya desde que arranca con el medley que incluye “Caught Up With The Voodoo” el tema que abre Invicta, con permiso de “Iris”, ya se veía que aquello iba a ser grande. Armada de una voz que simplemente, no le den vueltas por que no hay otra explicación, no es de este planeta y con una banda excepcional llena de grandes nombres, en maestro Manu Gómez a la guitarra y un enorme Juanma García mandando con su trompeta toda la noche, que le arropó en todo momento y la llevó en volandas en una puesta en escena mimada y cuidada al minimo detalle. Me atrapan, por supuesto no podía ser de otra manera, los temas propios más que los foráneos y es que impresionaron, y mucho, “Believe”, “When Words are not Enough” y un “Maybe Tomorrow” para enmarcar. De “She¨ll Never Be Me” vuelvo a decir lo mismo: podría ser perfectamente la canción de una película de James Bond con ese deje Shirley Bassey ( ya me gustaría a mi ver que hacían Propellerheads con ella) y con esa parte central que debería estudiarse en las escuelas de canto, y un “Life” atómico con el que que decidió cerrar. Por el medio muchas cosas. Muchísimas. Los apoyos puntuales de la guitarra de Hugo Matías, este tío es el Carlos Santana de la escena, o de Ned Rasmussen y su voz. La salida en tromba de dos grandes como Mr. Rigodón y El Chico de la Barraka para apuntalar la parte final de la noche con ella, la sensación cinematográfica de todo el bolo como cuando con su música por momentos trasladó el teatro al rodaje de una peli de Pam Grier o a, si me apuran a Los fabulosos Baker Boys, o por que, quitando a Arctic Monkeys con esa canción precisamente, es de las pocas en calzarse las botas de la Winehouse y no morir en el intento. Añadan a todo esto un equilibrado ( y medido) set-list y lo tienen. Un día para la historia, qué duda puede caber.

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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