Parece que alguien ha frotado mi lámpara y he despertado después de siglos encerrada en paredes de cobre. Los chicos de Visto de Otro Lado, Jorge y Andrés, me permiten sacar la artillería pesada para hablar de lo que me toca el corazón (gracias chicos).

Sí, he vuelto a la vida normal y lo primero en la lista de cosas que estaba deseando hacer era ir al cine. Y cómo no, había que ver la sensación mediática para los nostálgicos como yo: Aladdín. Inciso justo y necesario, me tengo que frotar los ojos por si es una ilusión: ¿un alumno me acaba de decir que no le mande este artículo porque le hago spoiler? Madre del amor hermoso, ¿qué diablos ven los muchachos hoy en día? Salvo los recién nacidos de la época del Ipad, podéis leer tranquilamente mi sentencia porque estamos hablando de un remake en carne y hueso que dudo que alguien no haya visto en su versión de los 90.

Me he criado con Disney, de cuando hacía películas de dibujos a color, con memorables canciones pegadizas que canturreo en la ducha. De hecho, tengo en mi recámara partes de diálogos que incluyo en mi día a día. Por lo tanto, tengo mucho que decir sobre lo que esperaba que iba a ser la resurrección del éxito de Clemetns y Musker, a lo que ha hecho Guy Ritchie. 

Me siento en mi butaca y Will Smith abre la historia, así sin anestesia (vaya, no van ni dos minutos de película y ya nos sacan a la Marilyn de su tarta, qué impaciencia). Y nos meten el encuentro con Jasmín y Aladdín como si fuera una quedada de Tinder: rápida y sin sentimiento. Una de las parejas más queridas en la empresa del ratón junto con Nala y Simba, Dama y Golfo, Timón y Pumba (gay friendly alert), se reinventa con una Jasmín fría y sobreactuada que poco tiene de regia y un Aladdín nada provocador, un chulo playa con la raya del pelo mal hecha. Hubiera pagado segunda visualización en pantalla grande si hubieran incluido a Rami Malek aprovechando el tirón (¿quedó extasiado tras ser Freddie Mercury?) y a Freida Pinto (Slumdog Millionaire).

Y después de esta escena de pan ácimo sacada de First Dates, suena lo más esperado por mi yo músico, por mi niña interior nacida en los 90 y, en definitiva, como fan acérrima de los villanos, «si a Arabia tú vas». Y llega Jafar, oh sí. Me ponen a un villano guapetón para mi gusto, pero retaco y en los huesitos. No me esperaba un cachas pero, no sé, un Khal Drogo no era mucho pedir. Y por si eso no era suficiente, va y abre la boca: la voz de Sheldon Cooper. VENGA HOMBRE, ¿por qué no han contado con Luis Posada (Jim Carrey) o Pep Antón (Hades)? No es por desprestigiar al ENORME Fernando Cabrera, pero es que me choca mucho, y sé que no soy la única.

Y como si fuéramos en alfombra mágica, todo este despliegue de personajes principales lleva un ritmo demasiado rápido y mareante por dos razones: porque no importan y porque vamos a la magia del cuento.

Si hay algo que no se olvida de la cinta VHS de Aladdín es, sin duda, el genio. Una criatura descarada que quisiera que fuera mi mejor amigo. La caracterización del genio fue muy duramente criticada desde su aparición en la portada de Entertainment Weekly, hasta en el primer tráiler: que si demasiado azul, luego que si no es azul, que si tiene pezones, que si era cabezón… De verdad, no hay quien os entienda. Honestamente, no creo que pueda haber nadie mejor para recoger el cetro de nuestro eterno Robin Williams (al final todo queda entre Príncipes, uno de Ababwa y otro de Bel-Air). IMPECABLE la actuación del señor Will Smith, aunque con el comedido filtro de Disney resuelto con el encanto y lo entrañable de un actor al que todo el mundo quiere. Insisto, no hay un genio tan genial.

Metemos el turbo de nuevo hasta la MAGNÍFICA ESCENA con mayúsculas que recoge el despliegue de virtudes de la película, donde se ven los dollars. Se me mueven los pies al ritmo jazz de años 40 con sabor a curry, la archiconocida canción «No hay un genio tan genial». Pero si hay algo que me levanta de la butaca es, sin duda, «Príncipe Alí». Nos encontramos con un desfile al más puro estilo Macy’s con lo más bonito, misterioroso y colorido de lo oriental: elefantes, flores, coreografías, un príncipe de Aliexpress, y por supuesto, mi genio.

He llorado con todas mis ganas y parece que he estado rezando a La Meca por este momento tan GLORIOSO. En el cierre de créditos, me encuentro la colaboración con Dj Khaled , con un eco de trap que es como el tractor amarillo,es decir, lo que se lleva ahora. Pero resulta que el punch del estilo se lo deja a Jennifer López. Tronco, que estás con Disney, un respeto. «Un mundo ideal» que es más el inframundo del autotune (aquí no se salva nadie, ni Will) me hace tomar este producto sintético como un producto de la prisa y del ganar dineros, como el final de Juego de Tronos (pero ese es otro tema).

Avanzamos en la historia: un soldado leal, un sultán que se hace papuchi del año, la crítica feminista que ya tuvimos en Avengers: Endgame, una colección de vestuario (que ya quisiera yo para mí) y bailes, muchos bailes.  Y llega el momento en el que Jafar se hace con el poder para no ser segundón, que tiene de malo lo que yo de rubia platino. No da miedo, o es que yo soy una insensible. Genio liberado y mi pésame por haberse cargado un clásico.

Ahora bien, el problema no está en la propia versión moderna sin gluten, sino en el afán de modernizar las leyendas de la infancia a nivel carne y hueso por ordenador que no entiendo. O eso o compramos Marvel. Con la Bella y la Bestia me medio convencieron, con esta…no lo sé. Se salva por los temazos magníficamente re-arreglados que no han perdido frescura, y por el genio.

Lo que me da realmente PÁNICO no es lo que han hecho con Aladdín, sino lo que van a hacer con el Rey León. Personalmente, NUNCA me han gustado las películas en las que le mueven la boca a los animales reales por ordenador, pero si hay algo que va a dar TERROR es la versión en Castellano por dos razones: porque no está el también eterno Constantino Romero (Pedro Tena, espero que sepas llevar la enorme responsabilidad que te ha tocado) y porque en la original están  James Earl Jones y Beyoncé (bien jugado Disney).

Y si hay algo sagrado en esta vida, es Mufasa. Y no digo nada más.

Maria González
De pequeña leía el periódico junto a mi padre, ahora redacto junto a mis compañeros. Aficionada del motor y la naturaleza.

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