27 para 28 el 29.

Hoy, es mi cumpleaños  (¡Y el de Oprah Winfrey! pero qué genial ¿no?) y he superado la maldición de los 27 que tanto nos persigue a los músicos. Aunque lleve un tiempo queriendo detener un reloj que tiene una pila inagotable, porque en vaya tren me he subido, al final me doy un capricho e intento disimular la ansiedad que me provoca cambiar de dígito (no me quiero ver cuando cambie de prefijo). Dorleta, una de mis mejores amigas en la vida, me manda  unas palabras de Benedetti potenciadas con las suyas que han sido el pistoletazo de salida para la promesa que siempre me hice pero que nunca llegué a cumplir.  Ella, otro acuario con muchos peces en la cabeza, como yo.

En estos años, he vivido no sólo el éxito sino también el fracaso, tocando fondo con las mejillas. Raspa. Mucha gente se fue de manera involuntaria e injusta, rezo por ellos. Otros se fueron con la cabeza bien alta ignorando que nadie está libre de culpa, y les deseo lo mejor. Hemos dado la bienvenida a personitas nuevas, cuyo color de ojos  se confunde entre el gris o el azabache. Los de la vieja escuela han permanecido como espartanos y han acogido a los nuevos nombres que tanto me han dado sin esperar nada a cambio; todos tienen una silla alrededor de mi mesa. Me siento realmente abrumada, es una sensación extraña a la que no acabo de acostumbrarme. Y quizá por eso, por ellos, me obligue a seguir mis propios consejos de una vez.

JAMÁS he sido una persona fácil, todo lo contrario. Y la cosa no cambia con el paso del tiempo. Mala hierba nunca muere. Pero si algo he aprendido es que no tenemos libro de instrucciones y muchos acabamos siendo «los raros» cuando no encajamos en el cuadro de comandos de los demás. Es irónico que haya sentimiento de culpa cuando ni si quiera tenemos los 10 mandamientos que juzguen lo digno o lo divino. Los hay que se atreven a determinar por ley que lo que hacemos o dejamos de hacer está mal ¿A dónde hemos ido a parar? Incluso a muchos les da morbo meterse en vidas ajenas como si fueran mesías. Nunca me gustó que tocaran mis cosas, porque jamás he tocado las de los demás. Por supuesto no soy portadora de la verdad ni pretendo serlo. Será la mía y de nadie más.

Victoria, Mariávi, Mvict, No Cantes Victoria, la hija de, la amiga de, la vecina, la que vive en, la que (no) hizo, la que fue a y salió en,  la que da clase o trabaja con, ésa. Me podéis llamar como queráis que a fin de cuentas no soy nadie ni os estoy contando nada nuevo. Me remito a los clásicos para afirmar que en ningún momento podemos dar nada por sentado. Como lo que hemos perdido no lo esperábamos, mucho menos podemos predecir el futuro (y si lo hacéis, cobrad). No nos empeñemos. Hablando de grandes filósofos, debo y voy a parafrasear a mi gran amigo Brito, un genio donde los haya: VAMOS A VER.

Mi regalo de cumpleaños para todos los que os habéis acordado: a mis alumnos, mis compañeros, mi jefa, amigos, familia, todos a los que quiero, me gustaría que leyerais esto y que tengáis la fuerza suficiente para hacer lo que queráis en un mundo que parece que avanza pero que muchas veces se queda atrás. Si nos equivocamos, será nuestra historia sin rendirle cuentas a nadie.

Os quiero a todos y cada uno que mento aquí y a los que no ¡es que no entramos todos!

A los que permanecéis conmigo, que sois unos valientes, os debo una.

 

«Piensa como una reina. Una reina no le teme al fracaso, porque este es tan solo otro escalón hacia lo grandioso». Oprah Winfrey.

Maria González
De pequeña leía el periódico junto a mi padre, ahora redacto junto a mis compañeros. Aficionada del motor y la naturaleza.

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