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¿Quién cuidará entonces de las rosas de Pieria? Carta abierta a la ministra Celaá

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A la memoria del Profesor Rodríguez Adrados, cuya ingente labor seguirá impulsando la defensa del legado grecorromano en nuestras aulas

Hace más de dos mil años, en torno al siglo VII a. C., Safo de Lesbos, la primera escritora de la que tenemos noticia en la historia de Occidente, calificó la inmortalidad de la que le dotarían sus poemas como una consecuencia al hecho de “participar en las rosas de Pieria”. Esto es, de las rosas que crecían en el hogar mismo de las Musas. Mucho tiempo después, ya en el siglo I a. C., el también poeta, y además filólogo, Meleagro de Gádara, empleó una nueva metáfora relacionada con las rosas para referirse a la obra de la poeta lesbia en el prefacio a una selección de epigramas confeccionada por él: “de Safo pocos, pero rosas” (βαιὰ μέν, ἀλλὰ ῥόδα, AP IV I, 6).

Aunque Meleagro estaría probablemente haciendo referencia a que, de entre toda la obra de Safo, sus epigramas (o incluso los atribuidos a su autoría sin verdaderamente serlo) eran escasos en número, pero de una enorme belleza, aquí no nos interesan las cuestiones de taxonomía de géneros literarios de este verso, sino cómo esta metáfora en su amplitud puede usarse para hablar de la obra de Safo en su totalidad. Así es como ya en el siglo XX, cuando los nueve libros de Safo se habían convertido por obra del azar y la intervención humana en un puñado de fragmentos, la poeta y ensayista modernista H. D. (Hilda Doolittle) hizo en su libro The Wise Sappho. En él,  H. D. hace ver cómo la rosas que Meleagro calificó de escasas se han convertido, ya no en la Historia de la Literatura, sino de las naciones, en “rosas, pero muchas, muchas rosas”.

La vía abierta por H. D. se presenta, pues, como una buena forma de rescatar esta metáfora, y aplicarla no solo a la obra de Safo, sino a todo el legado grecorromano que a día de hoy conservamos. Ya que, a través de ella, se hacen evidentes su belleza y su persistencia, pero también su delicadeza y necesidad de cuidados. Rosas, pocas, pero muchas gracias a la labor de preservación y divulgación que a lo largo de los siglos tantas personas, de tan diversa índole, han llevado a cabo. Rosas cuya subsistencia actualmente se ve amenazada, una vez más, por una nueva ley educativa. En este caso, el anteproyecto de la LOMLOE (Ley Orgánica de Modificación de la LOE) presentado por el Ministerio de Educación y Formación Profesional el pasado mes de marzo.

Dejando de lado la cuestionable decisión de sacar adelante un proyecto de ley en plena pandemia mundial, en el actual borrador de la futura ley la presencia de las Lenguas Clásicas es totalmente difusa. De hecho,  por primera vez desde la famosa Ley Moyano de 1857, las materias de Latín y Griego ni siquiera son mencionadas. A lo único que lleva a pensar este olvido es que, tras años y años de recortes respecto a las Humanidades en general y a las Lenguas Clásicas, en particular en los currículos nacionales, la nueva legislación finalmente llevará a cabo su completa extinción en nuestras enseñanzas secundarias.

La semana pasada, Jesús de la Villa Polo, catedrático de Filología Griega y actual presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos, firmaba una tribuna en el diario El País, titulada ‘Sentencia de muerte para Latín y Griego’, que exponía decisivamente la situación en la que nos encontramos. Dicho artículo obtuvo una contundente respuesta por parte de personas de diversos perfiles, no solo aquellas dedicadas al mundo clásico, a través de las redes sociales. A su vez, esta respuesta invocó a golpe de trending topic una réplica por parte del Ministerio de Educación y Formación Profesional en Twitter. En ella, el Ministerio señala que las asignaturas del Latín y Griego, bajo la LOMLOE, seguirían siendo un pilar fundamental en el itinerario de Humanidades, a especificarse, eso sí, en un Real Decreto de Desarrollo de la Etapa de posterior aprobación.

Sin embargo, las personas acostumbradas a trabajar con los fragmentos del mundo antiguo, ya sea por vía textual o material (las ruinas de las que nuestra antaño provincia de Hispania sirven como prueba de ello), sabemos bien que estos 240 caracteres no buscan ofrecer la posibilidad de nuevas opciones de diálogo, sino que a través de un medio que segmenta la información buscan categorizar, pautar y organizar la recepción de los saberes, como explica la filósofa Marina Garcés, para así gestionarla de manera previsible e identificable. De este modo, cualquier tipo de debate o diálogo al respecto queda así imposibilitado. Con estos tuits la administración da a entender que el mantenimiento de estas materias será como optativas, y no como materias troncales obligatorias del Bachiller humanístico. Por tanto, las materias de Latín y Griego entrarán en competencia directa con múltiples optativas que harán muy difícil su puesta en práctica, puesto que quedarán a merced de la oferta de los respectivos centros en cuestión y, sobre todo, de la tiranía de los números mínimos de alumnos que se necesiten para llevarlas a cabo. En definitiva, la LOMLOE no solo no asegurará la oferta de estas materias, sino que facilitará su completa desaparición.

La ausencia de estas materias en la Educación Secundaria Obligatoria y en el Bachillerato implica, desgraciadamente, su pronta extinción en los niveles superiores y, con ellos, la de la propia existencia de las lenguas clásicas en nuestro país. Como recordaba el recientemente fallecido Profesor Rodríguez Adrados en una entrevista allá por el año 2012, “si no hay alumnos, no habrá profesores en el bachillerato superior; si no lo hay, dejarán de entrar en la universidad, que ahora es un terreno floreciente, y al cabo de equis años desaparecerán los profesores también ahí. A un plazo no muy largo llegará la extinción”.

Si la pandemia nos ha enseñado algo, tal y como nos prometían que haría a finales de marzo (el mismo mes en el que comenzó a darse a conocer el borrador de este proyecto de ley), es que no se puede pedir civismo a una sociedad desenraizada y carente de empatía. Esto es, a una sociedad sin la posibilidad de educarse en los saberes humanísticos, a una sociedad sin Humanidades. Como por aquel mismo tiempo escribió el poeta y dramaturgo  Alberto Conejero López, “desde el Edipo de Sófocles sabemos que una peste hace emerger también las verdades más profundas de lo que somos”. En este caso, la ineptitud de una clase política que aboga por la desinstitucionalización de las Humanidades y unos ciudadanos que asistimos absortos a su desmantelamiento, particularmente en lo que respecta a las Lenguas Clásicas que aquí nos ocupan.

La preservación de este legado grecorromano, que nos pertenece por vía directa y es una parte constitutiva de lo que hoy somos, es responsabilidad de todos, especialmente en un momento como este en el que el anteproyecto de la LOMLOE amenaza con conseguir nuestra completa desvinculación del mismo. Por tanto, es una obligación colectiva luchar porque los cuidados que apliquemos a estas rosas de Pieria sean algo más que meros paliativos, tomando la expresión de Marina Garcés (Nueva Ilustración Radical, 2017, Anagrama). Esto es algo que comienza por su presencia en nuestras aulas de Educación Secundaria Obligatoria y Bachillerato. Hic et nunc, aquí y ahora, aún estamos a tiempo.


‘Sentencia de muerte para Latín y Griego’, El País. https://elpais.com/educacion/2020-07-14/sentencia-de-muerte-para-latin-y-griego.html

Entrevista con el Profesor Rodríguez Adrados, La Razón. https://www.larazon.es/cultura/libros/adrados-un-galardon-en-defensa-de-las-humanida-DB201342/

Marta Martín Díaz
Filóloga clásica. Solo está tranquila cuando está nerviosa.

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