Aitana ha decidido dar un giro de 180 grados en su carrera musical con Cuarto Azul, su nuevo disco de estudio. Alejada de los bops radiables que marcaron sus anteriores etapas, la artista catalana presenta ahora una propuesta mucho más íntima, lenta y emocional, apostando por una producción sobria y una interpretación vocal frágil que deja al descubierto su faceta más vulnerable.
Una apertura arriesgada y un tono que se mantiene
El álbum arranca con 6 de febrero, probablemente su mayor éxito reciente. Sin embargo, comenzar un disco con el tema más conocido puede jugar en contra del propio relato del álbum. Situar este tipo de canciones en la segunda mitad suele ofrecer un respiro tras los primeros descubrimientos; aquí, la familiaridad llega demasiado pronto, y puede romper el efecto de novedad.
Colaboraciones que sorprenden por su suavidad
En Duele un montón despedirme de ti, Aitana se une a Jay Wheeler en un terreno inusualmente suave. Lejos de las colaboraciones más urbanas o explosivas que se podrían esperar de él, la producción es contenida y elegante. Aitana canta con una fragilidad que parece ser la columna vertebral de todo el proyecto.
Lo mismo ocurre en ¿Para qué volver?, con Ela Taubert. El tema parece buscar ese efecto confesional al estilo de “Love Yourself”, aunque se queda algo plano en esta primera toma de contacto. La letra no termina de destacar, aunque el tono emocional es coherente con el conjunto.
El núcleo emocional del álbum
Cuarto Azul, el tema que da título al disco, confirma la intención de la artista: se trata de un trabajo introspectivo, pausado, ajeno al ritmo de la industria. Aitana se ha despojado del artificio para entregar un disco sincero y aparentemente muy personal, probablemente el más íntimo de su carrera hasta la fecha.
Esa emocionalidad se expresa también en Desde que ya no hablamos, una balada cargada de dramatismo adolescente, en la que se podría ver reflejada toda una generación. La letra parece sacada de los antiguos estados de Messenger, y precisamente por eso funciona: por su honestidad, por su falta de complejidad y su cercanía emocional.
Luces de actualidad y reminiscencias indie
Entre las canciones más actuales en sonido se encuentra De 1 beso a 2 besos, cuya producción recuerda que estamos en la década de 2020. Es uno de los pocos temas que suena claramente contemporáneo, aunque en algunos momentos resulte algo predecible.
Por su parte, Trankis, en colaboración con Barry B, destaca por su personalidad y sensibilidad. Su atmósfera recuerda a los trabajos más delicados de artistas como Amaia, con una mezcla de pop suave y cierta melancolía indie que la convierte en uno de los momentos más logrados del álbum.
Un paso hacia la madurez
Cuarto Azul no es un álbum para las listas de éxitos inmediatos, sino una apuesta consciente por la sinceridad artística. Aitana entrega un proyecto contenido, maduro y alejado del efectismo, en el que su voz, a veces al borde de la rotura, actúa como hilo conductor de un relato emocional de principio a fin.
En tiempos de lanzamientos pensados para TikTok y el algoritmo, Aitana opta por la pausa, el sentimiento y la coherencia narrativa. Un cuarto álbum que, lejos de buscar complacer al mercado, busca hablar desde el corazón.
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