Hay un relato de John Silence, el investigador de lo oculto que creó Algernon Blackwood, cuyo titulo se me vino a la memoria justo al salir de una menos eufórica de lo que debió Sala B del C.A.E.M. hace unos meses, cuando Sacrosanta Decadencia Occidental nos golpeaba en medio de la cara con una de las comparecencias mas importantes y serias de aquellas semanas. Me refiero, claro, a “Culto Secreto”. Y ya se que tal vez sea mejor así. Que continúen siendo una confidencia especial entre quienes amen un estilo, el Crust Punk, que admite pocas o ninguna alegorías en la forma de concesiones a la malentendida comercialidad. Pero hace sangrar que algo tan especial y brillante no tenga una respuesta mas amplia – y no ya del exterior, sino del corazón de la escena misma que ese es otro tema- y mayoritaria. Caso aparte por supuesto, es si la banda lo querría o no. María Rodríguez a la voz, Edu Rivas a la guitarra, Dani Bitrián en el bajo y Jorge Azofra a la batería no creo que necesiten que S.D.O. sea un grupo de culto. Pero no lo es menos que todo lo que hay alrededor del grupo (las canciones, la imagen, el idioma, las letras, o el cuidado artwork de todos sus movimientos) es muy especial y cuidado. Charlo con la banda de “Danzas No Solpor Do Mundo” (CAF033)” su ultimo lanzamiento, de la gira que les llevó por Europa hace unos meses y de cómo el Crust Punk es una forma de vida…
P: Crust. Es curioso como parece no haber una explicación “consensuada” para el término para alguien que lo mire/se interese desde fuera y busque. Cada cual que lo acomete en internet, o donde sea, parece plantear su propia interpretación más allá de coincidir en, no se, Amebix. Y no digo que tal vez no sea mejor así. Pero si quería empezar por que me contarais lo que representa para vosotros el Crust Punk, y no me refiero solo a la música, que también, sino a una actitud de vida tal vez…
Bueno, consideramos que no existe una definición estándar de lo que es el “Crust”, más allá de entenderlo como una rama extrema del Hardcore Punk, influenciado (musical, estética y políticamente) por el trasfondo cultural de la escena Anarcopunk de los 80. Las ideas de autogestión, autoproducción, apoyo mutuo y liberación animal de bandas como Crass o Flux of Pink Indians sirvieron como catalizador para una nueva generación de punks que rechazaban la pose nihilista y el acercamiento romántico a la clase trabajadora, que, hasta el momento, se habían convertido en el signo identitario de las bandas de Oi! y Punk Rock.
El Crust, en casi todas sus vertientes, está fuertemente marcado por una visión apocalíptica del porvenir humano, la hibridación musical con géneros como el Post-Punk, el Industrial o el Thrash Metal, y una oscuridad impropia de los géneros asociados al Punk hasta entonces, proveniente, en gran parte tanto, de iconos del punk como Discharge, como de bandas fundacionales de lo que hoy consideramos Metal Extremo (véase Celtic Frost, Hellhammer, Slayer, etc, etc.).
Algunos consideran que la piedra angular son Amebix, otros que si Chaos UK o Doom, y otros pues dirán que el término Crust no surge hasta la primera demo de Hellbastard, titulada “Rippercrust”. No obstante, hay que entender que este género lleva gestándose y transmutando durante más de 3 décadas, en el que idas y venidas de ideas, influencias y amalgamas de estilos han moldeado las distintas escenas de este género, dificultando la posibilidad de una opinión generalizada en cuanto a qué es y qué no es “Crust”.
Sin embargo, si tuviésemos que enumerar hoy día una serie de características comunes a casi todos los géneros y bandas — por lo menos en Europa — de este estilo, serían aquellas que los vinculan con un pensamiento libertario, ácrata, anti-fascista, en defensa de los movimientos sociales que tienen sus bases en el ecologismo, la okupación, la vuelta al medio rural o ideas más concretas como el anti-desarrollismo o el primitivismo, siendo estas algunas de las que nosotrxs, junto con rasgos musicales como la influencia del Metal, la velocidad o la temática de sus letras, consideramos clave a la hora de definir una banda o disco como “Crust”.
Además de un género musical, para nosotros, el crust es un modo de vida ligado estrechamente al medio rural, al librepensamiento, a lo esotérico y a lo pagano. Es escuchar la voz de todos aquellos que nos precedieron, murieron y sufrieron para que hoy estemos aquí, representada en un acorde que cabalga sobre el d-beat más rápido que escuchaste nunca. Es llevar la ropa rota porque la estiras hasta que no da para más y tienes que echar mano a tu escuálida cartera; es un grito de odio, asco y rabia hacia el mundo moderno, globalizado, frío y aséptico; es una tristeza inconmensurable por la vida que nos han arrebatado antes de nacer; es la pasión por lo que, casi con devoción, se hace a mano y funciona como antaño (desde la ropa que llevamos hasta el arte, pasando por los amplificadores y las guitarras); es una oda a todo lo que es nuestro y no de los poderosos, es también una vía de comunicación entre lo espiritual y lo terrenal; es el rechazo a los valores decimonónicos faltos de empatía y respeto con los que hemos construido esta realidad — tanto los que en su engaño nos dicen ser de izquierdas, como los fascistas que campan a sus anchas — y sobre todo, es una voluntad férrea de existir en este mundo causando el menor sufrimiento posible a todo lo que nos rodea, una declaración de amor y respeto hacia toda la vida que hemos dominado y masacrado.
P: Me atrae mucho el mark casi perfecto, al menos desde abajo del escenario, que tiene la banda. Todos tenéis y provenís de distintos proyectos que en mi opinión suman indudablemente al conjunto, pero estaría bien que nos contarais el kilómetro cero de Sacrosanta. Y no es solo como empezasteis, sino como llegasteis, no sé si salió natural, a juntaros los cuatro para el grupo…
Lo cierto es que hubo un puñado de casualidades que llevaron a Edu y a María a conocerse, allá por mayo de 2022. Orígenes e historias muy distintas que confluían en lugares muy concretos de Galicia pese a encontrarse en nada menos que Salamanca. Más allá de una relación personal, había un importante interés musical en común, así como ideas y formas de pensamiento. Este interés por el crust era también compartido con Azofra, con quien María ya compartía formación en Dystopian Omen y que había integrado varios proyectos del género en los primeros 2000s, tales como el dúo burgalés Sinergia. Al mismo tiempo, Edu venía de entregarse al hardcore punk de Flipe VI y al crust black pagano de Amhra. En Burgos, Dani sostenía con firmeza el bajo en el aquel entonces Moshaholics (ahora reformulado Endless War) y una amistad con los demás. No necesitábamos más que eso.
Sacrosanta comenzó siendo una pequeña necesidad. De expresión musical, lírica, lingüística, ideológica, personal. Y esa necesidad, según intentaba ser saciada, iba aumentando, fruto de la dedicación y la pasión, de encontrarnos a nosotros mismos en lo que hacíamos, de ser motor de cambio. Hoy día Sacrosanta es una necesidad, pero una grande.
P: A tenor de eso imagino que algunas veces tendréis lio para que no os coincidan conciertos de diferentes bandas…
La verdad es que la conciliación (como si de hijos se tratase) es todo un reto a veces. No solamente por las bandas que compartimos entre los propios miembros de Sacrosanta (Dystopian Omen: María a las voces y Azofra a la batería; y Endless War: María a las voces, Dani al bajo y Azofra a la batería), sino por las demás — y no pocas — bandas y proyectos entre los que cada uno reparte su tiempo.
Sí que es cierto que, en no pocas ocasiones, hemos optado por el “doblete” (e incluso, en una ocasión, “triplete”) para duplicar las oportunidades de los proyectos, aunque no es nuestra opción favorita, tanto por el desgaste personal como por el del público recibiendo otra banda con integrantes similares en el mismo show.
Para evitar coincidencias entre las bandas, hacemos calendarios a largo plazo.
P: Dos cosas sobre Galicia, si os parece. Recuerdo leer una entrevista con una banda del estilo hace tiempo, en la que hablaban de la magia que tiene y cómo influye en la composición de las canciones y cómo se contagiaba al quehacer de los grupos de la escena. Y la segunda es la definición de la wiki del idioma gallego —una lengua romance— (que maravilla, esto). ¿Juntando esto podríamos sacar la idiosincrasia de la banda conjugada con una irreductible conciencia social?…
Lo cierto es que, teniendo en cuenta todo lo que hemos expuesto ya acerca de lo que significa para nosotros el Crust, y por ende, un proyecto de este tipo, la elección de utilizar como vehículo la lengua gallega es tal porque no podría ser de otra manera.
En un mundo que nos arrastra, como en Hamelín el flautista, a una única escena gris y homogénea con el pretexto engañoso de una realidad global; lo local, lo folclórico, lo propio, lo materno no son sino una declaración de intenciones. Es tomar posiciones en la desesperanzadora batalla de lo importado, del gigante uniforme frente a la ya casi anecdótica raíz de la que provenimos, que se reduce a un pequeño espacio en la amalgama de influencias que componen la identidad de los individuos hoy día. Muchas bandas, sin importar su relevancia, origen o aspiraciones, escriben en inglés para alcanzar el mundo entero. Nosotros escribimos en gallego porque queremos llegar a quienes quieran oírnos, a quienes quieran dedicar el tiempo que merece la poesía y la reflexión a la que llamamos en nuestras letras, a quienes quieran abrazar la calma, la lentitud y el cuidado en medio de la vorágine y de la velocidad aún si necesitan servirse de los papeles que repartimos con las traducciones. Escribimos en gallego porque nos pertenece, porque pisamos los huesos de quienes lo hablaban. No queremos alcanzar el mundo, queremos llevarle al mundo lo nuestro. Y lo nuestro, además de todo el mensaje contenido en este vehículo y a la vez fin que es la lengua, es un idioma despreciado durante siglos. Una identidad que lleva intentando ser arrancada desde el siglo XVI, que se recupera en el XIX con el Rexurdimento y tras la guerra civil vuelve a ser flagelada, introduciendo con violencia la vergüenza en el imaginario cultural de sus hablantes y no hablantes. El gallego pasa ahora mismo por la peor situación de su historia, con solamente un 16% de menores de 15 años utilizándolo como lengua habitual, y un tercio de ellos sin saber hablarlo.
Para nosotros no es siquiera una decisión. Es un deber. Un estandarte enarbolado.
Al margen de la lengua, como bien dices, hay inevitablemente una influencia de la tierra. De sus caprichos orográficos, de sus criaturas, de la divinidad que desprende lo natural. No podríamos gritar retorciéndonos una prosopopeya agonizante del mar, repugnado de su propio cuerpo mancillado por la acción de los hombres, si no hubiéramos buscado respuestas a la adversidad y al dolor tomados de su mano casi paternal en tantas ocasiones, sumergiéndonos en su baile frío y analgésico. Del mismo modo, no podríamos manifestar como propia la amenaza que claman en As Fillas Da Néboa las lavandeiras (espíritus de la mitología gallega con forma femenina que habitan los montes y lavan en el río ropas ensangrentadas presagiando la muerte) hacia aquellos cuya codicia sin escrúpulos provoca la destrucción y muerte de las criaturas en bosques y montes. Tampoco podríamos acercarnos, como ocurre en Cramoeiro, a las mujeres del mar, a su trabajo y a su dolor invisibilizado y olvidado por un presente que convierte su forma de vida en frívolos escenarios para el turismo estético y vacío, si no hubieran sido esas mujeres nuestras abuelas. Sacrosanta está íntimamente influenciado por unas realidades concretas que la impregnan de esa hipersensibilidad narrativa.
Por otra parte, también fruto de esas realidades nace la influencia de la lucha, de la pobreza injusta y la sencillez noble y ligada a la tierra de nuestros antepasados condensada en un emblema de una hoz sobre las llamas. Una fiera y humilde canción de guerra contra su canción de muerte; la hoz. El fuego, una resurrección de fénix.
P: Con “Danzas No Solpor Do Mundo” (CAF033) vuestro último lanzamiento fuera -me ocurre con el disco que me identifico mucho con una reseña de alguien que decía que era una síntesis de todos los caminos que habitan en la escena- me gustaría preguntaros por la grabación en si, y como fue. ¿Llegasteis con los temas ya cerrados, o fuisteis retocándolos?, recuerdo que comentasteis que teníais canciones de sobra…
El disco lo grabamos en Burgos, en algo menos de dos semanas a principios de verano de 2024, de la manera más DIY posible (no de la peor, porque a día de hoy ya sabemos que el Hazlo Tú Mismo y sonar bien no están reñidos), entre una antigua vaquería y el piso de Dani. Lo único que realmente estaba 100% cerrado y terminado previamente a la grabación eran las baterías — que grabamos en una sola tarde — y 5 temas de los 16 que forman parte de este último trabajo, que llevábamos casi un año tocando en directo, así como las guitarras rítmicas y muchas de las letras. El resto de cosas las fuimos arreglando y puliendo durante el periodo de grabación. Si hubiésemos dejado todo como estaba en el local de ensayo, seguramente el disco sería una entidad bastante menos contundente, más corriente y usual y sin todos esos matices que nos parecen claves para generar esa emoción potente y esa sensación de coherencia que vertebra este trabajo.
Sobre la grabación podemos decir que fue un proceso denso y delicado en el que dedicamos muchísimo tiempo a la elección de samples, a buscar su ubicación precisa, al tratamiento de las guitarras y el bajo según el tema y a la inclusión de piezas clave del disco como pueden ser Bocanoite, Tebras, o el pasaje de voces limpias de Cramoeiro, que no estaban siquiera imaginadas cuando empezamos a grabar y que fueron surgiendo de manera natural.
Muchos de estos detalles surgieron de la necesidad de crear un disco de Crust que trascendiera los estándares de lo que acostumbramos a escuchar en bandas de este género, sobre todo en aquellas que a lo largo de los años han ido apareciendo en el Estado, habitualmente influenciadas por el sonido melódico de la escena gallega de los 2000 — con la que intentamos por todos los medios que no se nos asocie, ya que nuestra música y concepto distan bastante de la tónica general de aquellas bandas — o directamente por los sonidos enfocados más en el Hardcore Punk y D-Beat de las escenas de Barcelona o Euskadi.
En el caso de Tebras, por ejemplo, teníamos claro que queríamos una outro para el disco en la que convergieran todas las ideas expuestas en el resto de temas, un tema con una fuerte convicción emocional, alejado del ruido porque ya existe incesante en el entorno cotidiano; un refugio. En primera instancia, la presencia de voces en el tema no estaba sobre la mesa; sería instrumental, llevando la dirección del mismo la zanfoña de nuestro amigo Pablo C. Urssuson de Sangre De Muérdago (a quien estaremos eternamente agradecidos por su preciosa colaboración.) Sin embargo, las ideas van, vienen y son dúctiles, y antes de tener la propia pista de zanfoña, emergió titubeante la idea de la voz repitiendo con devoción esa frase casi como una plegaria, como una visión oscura.
Como bien dices en el enunciado de esta pregunta, al final, Danzas No Solpor Do Mundo es una síntesis de muchos de los caminos que convergen en el amplio cajón de sastre que es esto del Crust. Para nosotrxs la grabación se convirtió en un momento clave en el que nos detuvimos a cuidar todo al milímetro y generar la mayor sensación de cohesión y coherencia posible, puesto que es un disco con 16 canciones — la gran mayoría de corta duración — , algunas enfocadas en la agresividad y la rabia, y otras en la desesperanza, la nostalgia, o el dolor; en las que encontramos pasajes acústicos y arrullos de sintetizadores, pero también blast-beats, o cabalgadas reminiscentes de estilos más metálicos…
Otro trabajo inmenso y directamente relacionado con la grabación fue la mezcla, a cargo de la cual, estuvo nuestro amigo Diogo Santana, que durante algo más de 3 meses estuvo intercambiando opiniones e innumerables versiones (no definitivas) de los temas con nosotros — ya que el disco fue mezclado masterizado en su estudio particular, Noise Portraits, con sede en Lisboa— poniendo todo de su parte para que este trabajo pudiera alcanzar toda la calidad que nosotrxs deseábamos y podíamos darle.
P: Hay muchos temas, es un disco largo para los cánones actuales, 16 canciones, pero también es un disco de minutaje bajo –apenas 35 minutos- que a mi modesto ver lo hacen muy interesante para oír del tirón, algo que tampoco se hace hoy…
Sinceramente, creemos que la duración de un tema la marca él mismo desde el momento en el que nace. Es el propio ritmo de ese tema el que te dice cuántas vueltas necesitas de un riff, o el que te pide un parón seco para luego retomar la marcha. Al final, como decíamos en la pregunta anterior, se remite a una cuestión de dinamismo y coherencia; de que unos temas funcionen con otros y que en conjunto sean capaces de contar una historia — sin entrar en el terreno del disco conceptual más ortodoxo — de principio a fin, sin aburrir al oyente por el camino. Realmente no hay ninguna preferencia por canciones de duración breve (aunque sí por la alta velocidad), y como demuestra Tebras tampoco tenemos problema alguno en dejarnos llevar por las repeticiones casi casi salmódicas que nos acunan en lo más oscuro y claustrofóbico de nuestro pensamiento.
También es cierto que en el terreno de la música underground tenemos mucha suerte — aunque de vez en cuando nos veamos afectados por los coletazos de las tendencias más mainstream — y el LP sigue siendo venerado como el formato por excelencia. Gracias a ello, te puedes permitir elaborar un disco de esta duración y que la gente se lo siga escuchando de principio a fin, y oye, al final es una suerte, porque en esta época en la que el formato single (no el Maxi Single o el 7”, sino el single digital más zafio posible, con una sola canción y un artwork insulso y vago) y la generalizada incapacidad de atender a algo que dure más allá de los 30 segundos del Reel de Instagram, que alguien se tome el tiempo de escuchar y valorar esos 35 minutos de música, en los que hemos invertido tanto esfuerzo y dedicación, pues es reconfortante, e indicativo de que si hay un “bando correcto” en esto de la música, estás en él.
P: ¿Os preocupa la absurda velocidad del 2.0 a la hora de sacar el disco?, me refiero a que si no estás constantemente en redes, en escuchas etc. parece que no existes. Y hablando de eso el artwork que rodea a Sacrosanta en los lanzamientos o en cartelería que cuidado e identificable me parece…
Bueno, nos remitimos a la pregunta anterior: el underground (y sobre todo el que orbita al Punk y sus subgéneros) tiene otros ritmos, aunque por desgracia se parezca más a la tan enferma y degenerada industria musical. Las escuchas, los likes y los followers, parece que van importando cada vez más, pero por suerte se sigue manteniendo una “ética” en la que priman los valores, la inventiva musical, la militancia y como no, la capacidad de hacer “buena” música (algo que es completamente subjetivo), frente a la presencia en redes, la creación de contenido audiovisual que poco o nada tiene que ver con la música, o la sumisión total al negocio que hosteleros, grandes festivales, o agentes de talentos tienen montado en torno a esto de la música y que cada vez más gente parece ver como legítimo o aceptable a la hora de tocar.
Y sí, estaríamos mintiendo si dijéramos que no tenemos un ojo puesto en la actualidad dentro de la escena — también hay que saber cuándo y dónde tienes más o menos oportunidades; en que festivales y sellos puedes encajar, o con qué bandas puedes entablar una relación de camaradería y amistad, etc — pero tampoco nos dejamos arrastrar por la última moda (nadie necesita otra banda de pseudo Oi!-mezclado con Post Punk, ni de inepto y frívolo Hardcore punk) ni por nuestra propia cabezonería, creemos que hemos encontrado nuestro hueco en todo esto y pensamos seguir haciendo camino desde él.
En resumidas cuentas: participamos de una música y un estilo de vida muy minoritario (del que el público general no quiere ni sabe nada) y esto es una bendición, porque nos permite movernos en base a nuestros propios impulsos, alejados de corrientes que vienen y van de manera efímera, y producir material en base a nuestras necesidades como individuos y como banda, no en base a números (ya sean escuchas, seguidores, likes, entradas, etc). Hacerlo sería una contradicción completa para con nuestros propios valores; el individuo subyugado al número; el oyente extirpado de su condición de persona, para pasar a ser representado por una simple cifra o un burdo like. Un poco deshumanizante, ¿no?
Sobre el artwork, del que se encargan María y Edu, sería mentira decir que, efectivamente, no es algo minuciosamente orquestado y, conectando con lo anterior, apartado de la instantaneidad que se nos exige hoy día (y haciendo una llamada al observador a apartarse). Detrás de cada aspecto que compone el arte de la banda hay un buen puñado de horas, desde el diseño de los carteles hasta el momento en el que agarramos los pinceles y la pintura de pared y nos enfrentamos al telón y a los estandartes que colocamos sobre el escenario.
Sin embargo, si hay algo que se lleva el récord de tiempo dedicado es la portada del último disco. Nada menos que casi un año entero pensando, reestructurando, sumergiéndonos en nuestro propio concepto para verlo desde otros ángulos, y por supuesto, dibujando, dibujando y dibujando. Hasta las tantas de la mañana, hasta casi odiar lo que has hecho. Frecuentemente, mientras lo hacíamos, decíamos “nadie se va a fijar en este detalle” porque efectivamente estaba elevado casi a lo ínfimo, al zoom más radical (de hecho, Instagram, Spotify y demás plataformas han castigado enormemente nuestro trabajo con su ridícula calidad, la más respetuosa ha sido YouTube en el vídeo del álbum completo en nuestro canal. Sin embargo, hoy día, mientras montones de bandas deciden venderse a la vomitiva esterilidad de la inteligencia artificial para su arte gráfico; el detalle, la pasión, la frustración y el tiempo son un acto de rebeldía.
La portada de Danzas No Solpor Do Mundo es un universo en sí misma en el que cada elemento es y está por muchos motivos, con las batallas y la hoz, con los ahorcados putrefactos en las grúas que beben de la imprescindible La Carretera de McCarthy, con las gaviotas en el cielo negro que techa las fábricas, con la Piedad reimaginada en el rostro uno de esos espíritus del bosque, sosteniendo con horror y rabia el cadáver de un pájaro (concretamente de una lechuza, presagio de muerte) mientras la tormenta amenaza el fruto de la codicia de quienes han olvidado qué son y cuál es el sentido de nuestra existencia, así como nuestro lugar. Hay cuervos y nudos celtas y sellos y espirales, y en todo ello, montones de amor, de dolor y rabia.
El arte de la banda, como procuramos que sea todo lo que la rodea, es otra llamada a la emoción y al sentimiento, a abrir nuestros ojos subyugados a la pantalla, es, en definitiva, otro grito de horror y de guerra.
P: Unas pocas comparecencias aquí, la de la Sala B de Salamanca fue una barbaridad, y os marcháis a Europa para girar y presentarlo. ¿Cómo ha ido el tour?, imagino que ahora seguiréis y haréis las fechas que vayan saliendo…
La verdad es que la gira ha sido un sueño hecho realidad. Para la mayoría de nosotros era nuestra primera vez embarcándonos en algo tan grande como es salir de la península para nada menos que tocar y viajar a lo largo de seis países hasta llegar a Suecia, y no hemos podido volver más satisfechos. Han sido quince días de gira en los que hemos dado trece bolos (que se dice pronto teniendo en cuenta que éramos cuatro energúmenos hacinados en una Dacia Dokker) y en todos ellos nos hemos sentido casi más arropados que en algunas de las fechas que hemos tocado por el Estado. Pero siempre hay que volver, aunque no sea fácil, y ahora mismo para paliar el bajón post-gira estamos inmersos en la composición de material nuevo con dos fechas a la vista, el 16 y 17 de Mayo en Nava (Asturias) y Ortigueira (Galicia), junto a Roy Sullivan y los internacionales MatraK AttakK… No rest for the wicked!
Como todo lo que hacemos, la gira fue total y absolutamente autogestionada, con el enorme trabajo que eso conlleva. Horas y horas enviando mails (muchos de ellos nunca serían contestados), planificando, trazando rutas, diseñando supuestos de kilometraje y de gasto, dejándonos los ojos terminando las ilustraciones para la portada del disco y el merchan… También, por supuesto, sacrificando vacaciones o adelantando dinero para hacernos con las unidades suficientes que aspirábamos a vender, intentando prepararnos todo lo posible para no perder dinero. Lo cierto es que sentimos que todo este esfuerzo ha tenido su recompensa, y la gira ha terminado con un resultado increíble. Ya no solo en cuanto al tema económico (ya se sabe que el underground es una apuesta, cuestión de fe en lo tuyo) sino en cuanto a la aventura de echarte a la carretera a ver qué pasa, sin saber si tendrás una cena aceptable o un colchón con no demasiado moho (situación que en ninguna de las fechas europeas hemos tenido la desgracia de vivir, pero sí más de una vez en el Estado) en el que echarte después de conducir ocho horas y dejarte la piel en un bolo. Todas las personas con las que nos hemos encontrado nos han hecho sentir que el mundo aún merece la pena, abriéndonos las puertas de sus casas (a veces tan humildes que hemos dormido en la cocina), preparándonos las mejores cenas y desayunos imaginables e incluso descubriéndonos rincones e historias increíbles de los sitios que visitamos.
Hemos hecho un buen puñado de amigos a los que estamos deseando volver a ver y un montón de recuerdos imborrables, que sin duda, permanecerán grabados en nuestras retinas en los años venideros (como conducir durante 8 horas seguidas desde Copenhague, parando a desayunar en Alemania y acabar tocando en un depósito de aguas okupado en Holanda, tocar con 39ºC de fiebre para un público enloquecido en Brest, atravesar el Mar Báltico por carretera para llegar de Alemania a Malmö, discutir con peajes automatizados que te hablan en danés, desayunar un domingo soleado en mitad de la campiña francesa y un largo etc.).
De todas maneras, pronto — en cuanto todas las demás tareas de la vida nos lo permitan — esperamos poder haceros partícipes de todas estas aventuras con un pequeño vídeo sobre la gira.
P: Ya se que os comprometo, pero me resisto a no preguntaros por la escena musical de Salamanca. Y no me refiero solo a artistas y grupos, también a todo lo que la rodea como salas, productoras y (café para todos) prensa. Y aun teniendo en cuenta que a lo mejor no os gusta que se os integre ahí a partir de las diferentes procedencias de la banda…
Lo cierto es que, pese a habernos fraguado, en parte, en Salamanca, no consideramos que pertenezcamos a su escena. Salamanca se antoja casi como una anécdota en lo que significa Sacrosanta, una casualidad para el encuentro, pero no un clima determinante para nuestro origen como banda ni mucho menos para nuestra identidad. Como bien dices, cada uno de nosotros proviene de lugares diferentes (Edu de Zamora, Dani y Azofra de Burgos y María de Galicia) y por ello nace la decisión — lo habrás visto en varios de nuestros carteles — de poner como punto de procedencia de la banda “ningures” (ninguna parte, en gallego). Cierto es que no nos molesta cuando, como ha ocurrido varias veces en la gira, alguien escribe que somos de Galicia. No es cierto en su totalidad, pero si hay un lugar al que la banda tuviera que estar ligada, al menos en espíritu, sería allí.
A día de hoy, sentimos que la escena musical underground en Salamanca, sobre todo la que está más ligada a la escena Punk, aquella que no está exenta de valores y compromiso social, ha exhalado su último aliento hace ya algún tiempo (aunque hoy por hoy aún exista un espacio abierto al ocio anticomercial y al ruido subterráneo), al acabarse hace años —¡ la friolera de 7! — la actividad del añorado 13 Monos y también de la Nave Búnker. Hubo conatos de revivir parte de lo que fue aquello, de 2020 en adelante, y algunxs de nosotrxs lo vivimos de primera mano, pero como viene demostrando la “noble” e “insigne” ciudad de Salamanca de un tiempo a esta parte, es casi imposible que exista una continuidad en el tiempo de este tipo de actividades. También hubo bandas (Edu formó parte de algunas, como Hasta Ahora Todo Va Bien o Shevek) que intentaron revivir ese acercamiento más experimental que todxs asociamos con el 13, pero debido a la naturaleza efímera de casi cualquier iniciativa en esta ciudad, no perduraron en el tiempo.
Actualmente, parece que hay un interés en géneros como el Death Metal o el Grindcore más metalero, con bandas como Dystopian Omen, Manifestation of Terror, y los recientemente reformados Ultratumba, pero poco o ninguno en el Hardcore Punk, Crust y derivados.
Todo esto podría decirse de casi cualquier otra ciudad de Castilla y de León, pues por desgracia, la exigüidad en la música underground y la prevalencia del Metal (con todo su buen hacer, pero también con su peculiar falta de rabia y honestidad en lo que a valores se refiere) sobre el espíritu Punk, es común a todas las provincias que conforman esta Autonomía, pero el hecho de sentirlo de manera tan descarnada en esta ciudad, nos empuja a sentirnos un poco fuera de lugar en la “escena” local, y a sentirnos mucho más afines hacia bandas y público de la cornisa cantábrica, especialmente Galicia y País Vasco, o Portugal. Evidentemente, a esto tenemos que sumarle el carácter particular de nuestra música y nuestras vivencias personales, -que por lo general, poco o nada tienen que ver con las de la gente que durante años han cargado sobre su espalda el peso de la modesta escena charra – normalmente vinculadas a paisajes, experiencias, proyectos y amistades ubicadas en el Norte y Noroeste Peninsular.
P: Una curiosidad personal. ¿Sois fans de Ministry época “Psalm 69”?…
A Azofra, Ministry le provoca dolor de cabeza, así que dudamos mucho que pueda considerarse “fan”…
Bromas (que no son tan bromas) aparte, el “Psalm 69” fue el pelotazo con el que Ministry irrumpió de manera definitiva en la escena internacional y que, por suerte o por desgracia, empezó a catapultar el Industrial a cotas de popularidad más elevadas, y a alejarlo de sus raíces más underground y experimentales – aunque se sigue manteniendo junto con “Filth Pig” como el último gran disco de Ministry.
Sin embargo, alguno de nosotrxs (concretamente Edu), se queda con la denostada época New Romantic de los primeros dos discos de Ministry, y ya en la etapa más industrial , el “Land of Rape and Honey” — un disco que brilla por su conjugación del paradigma gótico de bandas como Sisters of Mercy, con el genio feroz y aplastante de Killing Joke y Skinny Puppy — aunque en el terreno Industrial, hay bandas que nos tiran más como Godflesh, PitchShifter, Big Black, Spine Wrench…
No obstante, “Psalm 69”es un trabajo que se mantiene excepcionalmente fresco y actual frente al paso del tiempo,una difícil tarea para casi cualquier cosa que haya gozado de popularidad en la década de los 90 .
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