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Loquillo, Guijuelo (Salamanca)

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Si alguien me hubiera dicho hace mil años cuando le llevé los discos de Babylon Chat a Igor Paskual para que me los firmara (en la que creo que fue la única incursión de la banda aquí, en un concierto en Carbajosa lo crean o no), que se iba a convertir en  el Steven Van Zandt de nuestra particular E Street Band con el paso de los años, le hubiera llamado loco. Y no es baladí que salga el de Winthrop aquí, por que tampoco lo es que Paskual sea el mas longevo y duradero si no me equivoco, de los músicos que han pasado por la banda de Loquillo. Gregario de lujo, compositor avezado y punta de lanza de una lista de nombres (Josu García, Alfonso Alcalá, Laurent Castaget, Gabriel Casanova y Pablo López ) que conforma una de las mejores bandas de Rock del país.

Y tampoco hace falta ser muy listo para ver que el protagonista de la noche es desde hace años un pedazo de la historia de la música patria. Los nombres que se  vienen a la cabeza (Mellecamp, Deville, Hallyday, etc) son por derecho.

Poseedor, es cierto, de una lista de canciones clásicas que son la BSO de medio país, pero también dueño de unos últimos años intachables en los que lejos de alimentarse de viejas glorias, ha sido capaz de reinventarse con un cancionero estupendo que ya atesora tantas o más que la época con Trogloditas, baste con mirar el inmenso “Diario de una Tregua”, su ultimo álbum,  y con un tino innegable a la hora de elegir a sus colaboradores, y vuelvo a sus músicos por que de quien compone ni les hablo con Sopeña, Sabino Méndez o el propio Paskual a la cabeza.

En una semana de grandes citas, venía de encabezar el Sonorama nada menos,  la de Guijuelo consiguió una entrada de gala, con una mezcla de edades muy curiosa puesto que ya congrega a varias generaciones. Desde que abre  con “Los Buscadores” me acuerdo de algo que oí en no se que concierto, me refiero a “que no cunda el pánico con las canciones nuevas”, por que el publico parecía, no se me ocurre otra palabra, anestesiado, empalmándola con “Sol”, “Planeta Rock” y la fantástica “La Libertad” del nuevo disco, sin apenas reaccionar por que, este es el problema, no habían ido a escuchar eso (¿…?).

De ahí al final fue un bolo de corrido con 18 temas y poco mas de hora y cuarto, que se pasó volando, y que cuando atacó las que estaba todo el mundo, ó casi todo, esperando (“Ritmo Del Garaje”, “El Rompeolas”  “Feo, Fuerte, Formal”), hizo tocar el cielo es cierto, pero en las otras, “La Mataré” fue impresionante con el hombre abajo gran parte del tema, pero “Cruzando el Paraíso” no lo fue menos, la revisión de “El Rey del Glam” o la acelerada en los últimos años “El Hombre de Negro”, los guiños a The Who o White Stripes al arrancar algunas canciones o un “Salud y RockNRoll” casi al lado de “El Ultimo Clásico” en ejecución. El final fue abrupto (“Cadillac…” y para casa) pero estaba clarísimo que no habría bises ni llorando el personal. Da igual por que nos regaló “El Rey” ese particularísimo ejercicio que en otros parecería vanidad, pero en el es pura realidad.

Solo los grandes se lo pueden permitir.

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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