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Volver a empezar de nuevo – Maria Arnal y Marcel Bagés en el FACYL 2021

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Tres años después de actuar en el Juan del Enzina con su 45 cerebros y un corazón, Maria Arnal y Marcel Bagés regresaron a la capital charra para presentar su último trabajo de estudio, CLAMOR, que mediante una polifonía de voces ahonda en las posibilidades de ser y estar en este mundo frágil desde la vulnerabilidad compartida. Y lo hacen a través de una sólida e impecable puesta en escena que propone un espectáculo total, en el que ningún detalle está descuidado: partiendo de la voz sibilina de Maria Arnal, acompañada de los coros clamorosos de Júlia Colom y Mireia Vilar (coros a los que el público está más que invitado a unirse si así lo siente)—uniformadas las tres por el evocativo vestuario de Pau Aulí—y siguiendo por la precisión técnico-musical en este salto a la electrónica de Marcel Bagés y David Soler, quien tras producir los dos discos del dúo salta ahora también a escena junto a ellos, se completa con un  hipnótico y envolvente trabajo de luces de Andreu Fàbregas.

El set se abrió del mismo modo que el propio CLAMOR, con la iniciática “Milagro”, seguida de “El gran silencio” y el más que centenario “Cant de la Sibil·la”, que nos retrotrae a la actividad archivística en lo sonoro y textual de los primeros trabajos del dúo. A propósito de estas prácticas, lo que más impresiona del nuevo espectáculo es cómo las anteriores canciones conviven con las nuevas en perfecto equilibrio, tanto en materia sónica (algo que era de esperar, ya que han sido revisitadas con la nueva pátina electrónica de su coyuntura actual, aunque sin que Bagés abandone completamente la guitarra eléctrica a lo largo del concierto) como conceptual. Esto fue probado por las canciones que siguieron, “La gent”, “Ball del vetlatori” y “A la vida”, todas ellas presentes en su primer largo (y, de hecho, como la propia Arnal señaló a propósito del “Ball”, o el EP de Verbena en el caso de “A la vida” ilustra, llevan acompañándolos en sus directos desde antes de aquel disco). No obstante, esto se demostró particularmente con las interpretaciones de “Bienes” y “Canción Total”, que fueron recibidas por el público con gran entusiasmo y, a su vez, correspondientemente coreadas (verdaderamente, cantar ese “civilí-li-li-li” es ya todo un clásico contemporáneo de los conciertos de Arnal y Bagés).

Maria Arnal en el CAEM. Foto: Festival FACYL

Tras estas canciones de etapas anteriores, el enlace de nuevo hacia la circunstancia presente lo proporcionó el momento mágico de la “Polifonia CDG”, que se fundió en su brevedad con “Tras de ti”. Continuaron invocando a “todas las voces del universo con nosotros” en la celebrada “Tú que vienes a rondarme”, a la que siguió “Fiera de mí” para cerrar juguetonamente el grueso del concierto. Tras una corta pausa en la que el CAEM se llenó de vítores y aplausos (non n’hi havia prou, desde luego), los bises arrancaron con “Meteorit ferit”, por cuya letra Arnal ganó hace unas semanas el Premi Cerverí 2021 a la mejor letra en catalán. Tal vez esta sea la canción que mejor resuma la intención del disco, tanto en lo sonoro (con esa lágrima de San Lorenzo tomada del archivo de Thomas Ashcraft al inicio) como en lo textual (de nuevo, el tema central de la vulnerabilidad y los finales como punto de partida para necesarios comienzos), pero también de su directo, con esos coros arrulladores del público, guiados por Arnal antes de que el meteorito ‘comenzara a caer’.

Y digo esto porque, como explicara Maria Mercè Marçal a propósito de su desglaç (deshielo), “Meteorit ferit” es «un momento doloroso pero abierto. Hay muerte, desaparece el armazón que inmoviliza, pero que también sustenta. […] La desintegración aparente es también la posibilidad de fluir. […] Camino fluido, de nuevo sin esquemas ni pautas, que es, a su vez, camino de revivir, de retomar, de reidentificar, de renombrar, de rehacerse» (Llengua abolida, 1989). En esta línea prosiguieron con “Jaque”, escrita a partir de “La canción de Starhawk” del Seguir con el problema de Donna Haraway, para concluir la velada con la euforia abierta al porvenir de “Ventura”. Maria Arnal y Marcel Bagés dejaron así en su segundo paso por Salamanca a un público entregado y transformado por la experiencia colectiva. De hecho, a lo largo del concierto Arnal aludió varias veces a cómo ser público en tiempos pandémicos puede no ser fácil, pero como el espectáculo ofrecido por ellos mismos demuestra, en ocasiones sí lo es y puede, de hecho, dar maravillosos resultados: re-cordarnos la importancia de re-unirse y celebrar cómo será lo que vendrá; ahora, en concreto, en los días que quedan de Festival.

Marta Martín Díaz
Filóloga clásica. Solo está tranquila cuando está nerviosa.

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