culturaFestival FACYLMúsica

FACYL 2024. Segunda jornada

0

Antes de meterme hoy en harinas (literal) varias, quería hablarles de un tema peliagudo que siempre ha sido motivo de preocupación del que suscribe. Se trata de la implicación en el tejido social de la ciudad del festival, y que la misma lo sienta como suyo y no algo impuesto por los genios de turno desde Valladolid. Pues bien, a tenor de esto sirva como ejemplo que hace unos días alguien de la hostelería respondía a  la cuestión de si habían aumentado las reservas hoteleras durante los días de celebración del Facyl y la contestación no dejaba lugar a dudas: no lo habían hecho.

Estaba mucho reservado por que desde el punto de inflexión que supuso la pandemia, ah amigos, todos los fines de semana lo están (como los restaurantes o los viajes), pero no porque nadie fuera a venir a priori para el festi. Entonces no hay que ser muy listo para darse cuenta que las riadas de gente de anoche por La Rúa, San Pablo o yendo hacia la plaza, son de personal de aquí que se lanza a vivirlo en las calles y recintos donde se hace, y al que le gusta disfrutar de las instalaciones, propuestas y, por supuesto, los conciertos. Y de acuerdo que todo free y un tiempo estupendo llama a salir, pero es una gozada ver a tantísimo personal enchufados a algo así.

Hoy era el estreno de la Plaza como gran escenario de la música del festival y no defraudó en cuanto a ocupación a medida que el bolo empezaba. Por cierto no debe pasárseme mencionar la fallida reordenación del Patio Chico en el que han atrasado a los artistas para aprovechar el escenario natural que brindan las escaleras, pero  con la gente ocupando el espacio que antes lo hacia el entarimado que montaban allí, no se ve bien desde casi cualquier lado del patio. Anoche alguien me lo repitió en mantra, “ponlo  ahí joder, no se ve nada”, y es cierto que eso se debe mejorar cuanto antes.

Me han preguntado hasta la saciedad por mi opinión del cartel de la parte musical del festival. Si.

Paso de puntillas, simplemente no soy la pax adecuada para contárselo por que no se nada del estilo, por la comparecencia de Sara Correia que no consigue atraer a demasiado personal con una media de edad muy distinta, obviamente y vuelvo a lo del tejido social, que el pase ayer de Siloe, y que el que va un rato después a la plaza. Es ciertamente delicioso ver algo así, siempre lo digo cosas que de otra manera alguien como pongamos un servidor jamás lo vería, y mas con ese escenario.

FOTO. ANDRÉS GRANDE

La llegada de Huecco a la plaza estaba llamada a ser una de las noches del festi  musical. El hombre hacía varias años que no pasaba por la ciudad y había, doy fe, cierta expectación por verle. Con una gira mastodóntica a nivel mundial, la del  “CrazyXVersario”, conmemorando esos años de carretera y un disco tan atípico como el “XV Aniversario CrazyXVersario” (anda que no me digan que no sorprendieron mucho de las colabos de ese álbum, en mi caso lo de Rapsody Of Fire me dejó de un aire), cuando le veo salir me acuerdo del barco y de la panadería.

Madre mía. El dichoso barco.

Era un extraño sitio de concis  (luego, al principio era un restaurante o algo así) que había en el rio y allí recuerdo ver a la banda en la que se hizo. Me refiero a Sugarless, claro. Y durante la pandemia el detalle de abrirse una panadería/pastelería en el barrio de sus padres en Madrid, fue una lección de humildad y trabajo a cargo de un artista que desde que se alejó de los sonidos mas duros, esto es un hecho, no ha dejado de crecer y aun así nunca ha renegado de ellos, hace unos días pasaba por un festival del estilo, ni por un segundo.

FOTO. VÍCTOR IGLESIAS

Hizo una comparecencia refrescante y llena de ritmos bailables desde que abrió con “Apache” tras la intro divertida de los angelotes, y puso a cantar el sitio mas bonito del mundo para ver bolos, con sus canciones (“Mamba Negra”, “Se Acabaron las Lagrimas”, “Rendido” “Mirando al Cielo”…) que supieron a un daiquiri frio, ¿ esos insertos molones de White Stripes o AC/DC?, y divertido. Acompañado de una banda hipersolvente (la batería de Raúl Frayle destacó por encima pero le fueron a la zaga Jesús Novillo al bajo y Miguel Ángel Fernández a la guitarra) hizo cantar y bailar a una plaza que al principio asustó con una entrada pírrica,, y aunque después mejoró nunca pintó a llenazo como un servidor esperaba.

Fue un crimen sacrificar el final pero las sesiones de las Conchas se solapan –lo escribí ayer la palabra para lo programado es exuberante-y era imperdible poder disfrutarlas al menos un rato. Cada año se afianzan mas y creo que se han convertido en una parte esencial del festival, pero en opinión del que suscribe sería un error sacarlas de ese espacio mágico, para hacerlas mas masivas.

Hoy llegan LDS. Uf, ya les cuento con calma.

FOTO. ANDRÉS GRANDE

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

Comentarios

Deje su respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *