Foto: Victor J. Fry

Estoy de pie enfrente de la entrada al pabellón de la Alamedilla. Me he venido al reclamo del conci que Inblauk va a dar en el marco del Festival de las Artes de Calle, ubicado en la programación de ferias. Miro como se prepara y repaso de memoria y rápidamente las ultimas veces que le he visto. Las ediciones de su festival, el estupendo Wild Way Festival, le han acogido (lógicamente, por supuesto) en sus pases con banda, y las apariciones en solitario han sido cada vez mas espaciadas. La ultima vez que le entrevisté me habló del ansiado nuevo disco y yo me hice las cuentas de la espera tirando a la baja. Por eso hoy me vuelvo a enfurruñar por que no lo haya sacado aún, cuando se pule un set-list en el que todas, excepto el tema al que probablemente mas le debe el inconmensurable “Wild Way”, son nuevas, y todas (todas, creanme) merecen al menos una buena escucha. La seriedad casi oscura de “Looking For My Own Way”, la cara mas amable y divertida de “43 Reasons” o esa brutalidad casi épica que es “El Charro” sirvan para que se hagan una idea. Su ya larga asociación con El Mariquelo resulta infalible, cada vez que los dos salen juntos se las arreglan para que no les estalle en la cara y tipos como yo tengan que tragarse sus palabras al ver que funciona y bien, y en escena se complementan por extraño que parezca. La primera parte del lio es casi mágica. Solo arriba sin nadie acompañándole, sentado en un espacio pequeño y lejos del publico, y en un entorno apático y relativamente hostil, no es su publico son familias y niños y algunos amigos, sale milagrosamente bien parado por que es lo que se debe hacer. El puñetero Scott H. Biram, y John Moreland bajan a nuestro lado. Y no se trata de volver a hablar de Outlaw Country. Es que la pureza del momento atrapa. Me reconcilio en silencio con el hombre y le vuelvo a perdonar que nos recete esta sequia, larga y dolorosa para el que suscribe, de unas canciones que nos debe desde hace mucho.

Salgo del parque camino de la plaza donde se programa lo que un servidor llama “noche de profesionales” con la Arkestra de los Mambo Jambo. Entre semana, con frio, y con el horario de comienzo tempranero los inventores del sonido jambofónico se van a pulir un show estratosférico lleno de minutaje de pura magia. Y no me refiero solo a que Nel-lo y compañía hayan dado un bolo de altura, que también, sino que los momentos para el recuerdo, gana por goleada la revisión del tema de la serie de T.V. El Hombre y la Tierra (si si, ese), se agolpan mientras el sitio se llena de rock&roll, rhythm&blues, surf , swing y los sonidos de una orquesta casi sideral en su maestría. Solo por ver “Poderoso” y “La Caja” ya mereció la pena.

Me marcho con una sonrisa de placer de la leche.

Hoy hago pellas.

 

 

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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