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Veneno pa’ tu piel

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Nací en los 90, época en la que el mundo entero se atrevió a cruzar el Mississippi. Recuerdo las noches en las que me reía con Crispín Klander de chistes que no entendía, hasta que mi padre me mandaba ir a dormir porque salía  en la tele algo que «yo no podía ver». Por el rabillo del ojo veía a una mujer exuberante, llena de joyas cual emperatriz, que se hacía llamar Veneno. Para mí era una mujer como las princesas que veía en mis películas de VHS. De hecho, pensaba que era «la Sirenita» en carne y hueso. Pero nunca llegué a saber quién era, ni lo que representaba.

Fue en el instituto cuando me llegó al messenger un video de una señora que vestía con un look leopardino safari que se enfadaba en un plató. Otras veces gritaba en la calle con júbilo que se casaba. Era ella, la misma que cual serpiente, reptaba por el Mississippi. Y empecé a unir lazos porque ya nadie me decía qué ver o qué no. Ahora, la tele se encargaba de qué información ofrecer y con qué fin. El morbo.

Unos años después, llegó el libro de ese personaje al que nunca me dejaron conocer de verdad. Su última palabra antes de dejar este mundo. Consecuentemente, llega como un meteorito cegador la serie de Los Javis, de la cual no voy a hablar como obra porque ya lo hacen los muchos reconocimientos y buena crítica que lleva. Ya no cruzamos el río Mississippi, cruzamos el charco hasta EEUU y Latinoamérica. Pero me gustaría sacarle la pulpa, lo que ha hecho que me enganche y empatice con la historia real: sus protagonistas. 

Tuve la suerte de hablar con algunas de ellas por Instagram, porque son gente de carne y hueso que, como tú lector y como yo, llora, ríe y hace la compra. Daniela Santiago, Isabel Torres, Jedet y Lola Rodríguez. Oye, y cómo no, Paca la Piraña. Empecé la serie y ya no había marcha atrás.

Además de la impecable actuación de todas ellas, han sabido llegar más allá de la pantalla para tocar nuestra fibra sensible. Yo también he llorado con Veneno. Me vais a permitir que le haga mención especial a los niños que representan la infancia de Joselito (vaya promesas all star Ortiz Rodríguez, Marcos Sotkovszki y Omar «Manolito» Banana).

Y es que quizá, al menos hasta donde he leído yo, la prensa se ha centrado mucho en lo que representa la serie (que es mucho para muchos de nosotros), cómo han clavado la fotografía de los 90 en 2020. Un viaje al pasado detrás de las pantallas, desde el sillón de tu casa. Pero nos olvidamos que esto no sería posible sin sus actrices. Por ello, este artículo es para vosotras. 

Ojo, yo no soy nadie ni tengo la palabra de Dios. No soy ni mucho menos crítica de nada, pero creo que tengo buen gusto y, como tú, soy público consumidor. Seguramente muchos no estéis de acuerdo con mi opinión, y no veáis al personaje Veneno como lo veo yo. Estudié filología y música, lo que desembocó en una investigación muy parecida a la que Faela (Lola Dueñas) se enfrenta, y en una la charla que Valeria (Lola Rodríguez) tiene con su profesora de género y literatura (Elvira Mínguez). ENORMES Y SUBLIMES TODAS, por cierto. Ya era hora de ver una serie de este calibre, y es algo que digo en muchos de los congresos en los que participo (un saludo Maricorners, vamos a por 2020).

Pero la elección de las protagonistas (como la de todo el reparto, que es magnífico) ha sido más que acertado e inteligente. Con escenas muy complicadas de rodar y que, con poco, logran mucho. A eso se le llama magia. Me encantaría verlas en la gran pantalla, en producciones aún más bestias. Si miráis más allá del atrezzo, la serie ha superado varias dificultades (COVID, enfermedades de su reparto, incertidumbre…) y aun así, ha llegado de manera contundente.

No tengo más que buenas palabras para todas estas personas que han logrado que empaticemos con un personaje maltratado por la televisión y el éxito, como lo han sido muchos. Y es que aquella Sirenita que reventó la audiencia en los 90, era mucho más que un personaje y bisutería.  Me llevo otra imagen de Veneno con la que muchos nos sentimos identificados.

Sois lo mejor que le ha pasado a la televisión precisamente por hacer lo que os ha salido del… corazón. Mi ilusión sería deciros a la cara lo grandes que sois y para haceros conscientes del poder que representáis para muchos de nosotros.

Gracias a todos por uniros a la lucha del reconocimiento del Colectivo Trans, de la ilustración tan necesaria del dolor y por tender una mano hacia la igualdad en un siglo que avanza a pasos agigantados en «modernidad», pero que parece estar fosilizado en aquel año en el que nos prohibían aplaudir a alguien tan grande como Cristina «La Veneno».

Lo queramos o no, nos han envenenado ¡Digo!

Maria González
De pequeña leía el periódico junto a mi padre, ahora redacto junto a mis compañeros. Aficionada del motor y la naturaleza.

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