CrónicasFestival FACYL

Tercera crónica del Festival FACYL

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Me preguntan constantemente por lo de ayer y como siempre en estos días de grandes expectativas, no sé qué responder. ¿Me gustó? sí, sin duda. ¿Lo pondría en mi festival pongamos por la tarde?, rotundamente no. Creo que el lugar adecuado es un evento como el FACYL. Disfruté mucho, lo que me pude quedar que esa es otra, y Cuevas es un estrellón indudable. Estaba claro que iba a ser unos de los bolos de la edición de este año y tanto las expectativas como el taquillaje estaban de sobra justificados. Eso por no hablar de la gozada que es ver a tanta gente joven en un concierto tan atípico. Cuando salí del Liceo me enchufé a un concierto de Rap y Trap y fue una mezcla maravillosa. Rodrigo Cuevas y después Nene Fresco, C.M.A. y La Mansion. Y luego me dicen que por qué no voy nunca a casa.

Las imagen de Amorante en el huerto me ha partido los esquemas también. No he estado por cuestión de horarios, asquerosa doble vida amigos, pero visto el desarrollo casi al completo en vídeos y fotos pintaba genial y, además, con todo el papel vendido. Un día deberíamos hablar de cómo este festi ha ganado espacios para citas culturales a la ciudad, o es que acaso me van a decir que ya no se acuerdan de los bolazos en Anaya. Al César lo que es del César.

Me es imposible contarles lo de esta tarde, sin hablarles antes de un tema personal. Verán ustedes, no me gusta el campo. Soy eminente urbano y cuando salgo a correr o a andar por él, casi nunca estoy a gusto. Me pierdo casi al instante de llegar, no sé manejarme ni entiendo las señales de los caminos, y no sé nada de flora ni de, por dios, fauna. Pero todo ello no es óbice para que me subyugue constantemente la belleza casi irreal que veo allí, y de gracias por cada paso que me lleva por él.

Esta tarde en la catedral me ha pasado algo parecido viendo a A Filetta, el sexteto vocal que pasaba hoy por el festival. No entiendo ni me gusta lo que hacen porque mucha de mi formación musical, no toda por supuesto, la baso en esa palabra que me quita el aliento y la cordura cuando la digo: distorsión. Y no encuentra en la propuesta de los protagonistas nada con lo que identificarme excepto la cita a Pessoa. Aún así, si me preguntan, les diré que sí. Me ha gustado estar allí y verlo y atesorarlo como unos de esos momentos que solo en FACYL puede dar lugar, y más en un edificio, cuya belleza y majestuosidad es indiscutible no me malinterpreten, que no sé si suele albergar conciertos al uso. 

Oír esas voces en ese sitio, cuando entro me acuerdo de Tony Sabandija (¿o era DJ Patata?)  pinchando a la puerta en otras ediciones, es toda una experiencia se lo aseguro, y por eso estoy más que satisfecho por haber podido verlo. Aún así les diré que no llenaron del todo, y que la media de edad era muy alta para lo que ha sido el festival hasta hoy, pero demuestra que se ha pensado en distintos grupos etarios, lo cual me parece perfecto.

Mañana echo el cierre por este año. Ya les cuento ¿eh?…

Paco Jiménez
El Rock n Roll es más grande que la vida

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